A mi abuelo Enrique

Ahora que esta tan cercana esa “madruga” Sevillana (Utrerana más bien) que tú me enseñaste a vivir, vienes a mi corazón de donde nunca sales. Tu presencia es imborrable en todos mis días pero en estos que vivimos, la ausencia es más difícil. 

Así sin prisas viene a mi tu recuerdo, alegre, jovial, bondadoso, creo que todos los que te conocen te definirían como una bellísima persona. Siempre te recordaré en la hermandad, rodeado de cirios y túnicas de nazarenos, siempre dispuesto ayudar, siempre inventando algo para mejorar las cosas. Dejaste un legado imborrable y todo el mundo allí te recuerda como parte de la historia. Tu cara los viernes santos delante del llamador era una mezcla perfecta, entre nerviosismo, satisfacción, humildad y cariño.

Recuerdo la última semana santa que nos acompañaste, ya en tu silla de ruedas viendo alejarse la procesión durante un ratito y también recuerdo la tristeza que sentí al ver aquella imagen. La siguiente ya con tu ausencia llovió tanto como para que no saliera la hermandad y desde la distancia pienso que ese día también tocaba quedarse en casa.

Nos enseñaste la tradición de la semana santa, que puedes estar más cerca o más lejos de ella pero que es algo familiar, que es como un día de navidad en primavera y por mucho que pase el tiempo y aunque algunos se distancien más que otros se que ese día tu estas entre nosotros, como siempre, pero más fuerte.

Te echo tanto de menos abuelo, me dolió tanto tu ausencia, sé que puedo recurrir a ti siempre, que siempre vas a escucharme, que siempre vas a tranquilizarme. Te recuerdo darme la mano de pequeña y agarrarla fuerte como pensando en no dejarme escapar. Te perdiste conocer a tu último nieto, un precioso bebe que ha llegado sólo para traer alegrías y dulzuras a nuestra familia, seguro que desde donde estés estas disfrutando del peque tanto como nosotros.

La abuela dice que tengo cosas de ti. No sé si será verdad pero desde luego si lo es, se trata de un cumplido estupendo. Mañana es en casa un día importante como sabes, un día de ajetreo y nerviosismo, un día de nudo en la garganta para soportar tu ausencia y sobre todo una noche. Una noche en la que me reflejaré en el morado de los nazarenos y te veré a ti, me reflejaré en tus guantes negros de capataz que ahora los lleva el tito y te veré a ti, me reflejaré en las notas de la banda y te seguiré viendo a ti, mirándonos a todos sabiendo con certeza que a diario te sentimos pero que ese día, esa noche, cobra más fuerza.

Sé que has ayudado a mi madre, sé que me has escuchado suplicarte que lo hicieras y sé que te alegrarás mucho de verla disfrutar de un viernes santo que también ella vive de verdad.

Gracias por haber formado parte de mi vida abuelo, por haberme marcado el camino de tu personalidad, por enseñarme a apreciar la bondad absoluta en una persona, has sido un ejemplo para mi, para todos y me entristece no tenerte pero me alegra saber que el tiempo que te disfruté lo hice con intensidad.

Te echo de menos abuelo, siempre lo haré.